Quiebra la quilla la cresta iluminada
por todos los colores del ocaso,
yace la mar en portentoso abrazo
asida a mi alma atormentada.
Rizando el rizo, cadenciosas olas
desfilan encendidas, ruborosas,
son de Neptuno cohorte de mil Diosas
que ésta vez no han querido bogar solas.
Cierro los ojos para alargar la espera
del Tiempo, que viene derrotando
todos los esfuerzos de mi mente.
.
Y entonces el delirio se apodera
de las aguas marinas, salpicando,
luciérnagas de sal fosforescente.
Estepona 1990