Pides unos poemas
pero que sean tuyos,
porque lleven tu aroma
y el nácar de tu cuello.
Porque cuelguen las crenchas
sensuales de tu pelo
y el celo de unos labios
con rojizos destellos.
Poemas engarzados
por aros siderales,
que bajan luminosos
a abrevar en tus ojos.
Poemas recónditos,
fervientes y dolidos
que buscan soledades
para sus sueños rotos.
Poemas, siempre poemas,
que tu mente diluye
en tantos sentimientos
de ardor apasionado.
Colibríes brillantes,
prendidos, aleteantes,
libando cuanto néctar
la vida te ha dejado.