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Con el primer lucero
volvió el ave al nido
y el postrer resquemor del sol
quedose adormecido.

El titilar se intensifica
y el pensamiento corre,
álgido , por anteponerse a todo,
pero fracasa con un pasado
que le adelanta sin remedio.

Noche cerrada y no llega el sueño,
porque sigue atormentado
el recuerdo de toda la vida,
la vida toda que desfila, impenitente,
como una “Santa Compaña”
de Valle Inclán.

Contar estrellas? Revolverse todo,
una y otra vez, en el lecho amargo?
No llega el alivio y solo cabe esperar
que vuelva la luz del día y sofoque
este incendio que calcina la mente mía.

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