Henchido de mirar la mar
absorto sigo, al pensamiento
que surcar consigue
todas las distancias marineras.
Escudriñañdo detrás de cada ola,
salpicando de sal a mis quimeras.
Entre ellas surges Tú, iluminada
por la claridad meridiana del celaje,
que no consigue albergar nube alguna
que pueda traer sombra a mi atalaya.
No, no habrá manera de perderte
porque Tú te aproximas cada día.
Y yo sigo anclado a tu presencia
igual que las arenas a la playa.