La sirena de un barco
irrumpe el pensamiento
que divagaba, incierto,
sin saber donde ir.
Es un Adios, acaso,
o puede ser saludo
del regreso deseado
tras todas las ausencias
que la vida exigió?
No te calles, sirena,
que de cualquier manera
me traes la existencia
que se impone, por fin.
Acaban las esperas,
las dudas, los deseos,
sueños interrumpidos,
desengaños, sin más.
Redobla tu pitido,
imponte sirena,
que la marinería
acoge decibelios
para poder soñar.
Poniendo siempre rumbo
a uno u otro Puerto,
lo importante, sin duda,
es solo navegar.