Quien desea guiar entre su senda
éste cayado echo de fracasos,
éste continuo paso vacilante,
éste despojo triste entre sus brazos.
Nadie quiere escuchar, ni por afrenta,
la súplica latente aquí en mi pecho,
nadie quiere llevarse entre ternezas
la fiebre delirante, mi último despecho.
Corre, vuela mensaje purpurino
y escóndete en barranca solitaria.
Cree, la muerte, bruja, nunca tarda
y espera melodioso a la guadaña.
Washington/1959