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Démosle un aprobado a la vida

aun cuando hayan notas disonantes,

pudieron llegar más alto, ciertamente,

pero no ir más lejos, realmente.

Cuantas deben quedar en la obertura

que fue el paso inicial  del nacimiento ?

Y cuantas en el andante presto de la infancia,

que rememora compases añorados?

Porque el allegro ligero de la juventud,

es otra cosa,

resultado de sueños y quimeras,

que unas veces encontraron la batuta

y las más se esfumaron, pasajeras.

Ilusión advenediza,

pues la existencia no tiene escapatorias.

Por ello, la madurez trato de hallar su espacio

entre los tantos timbres de la orquesta,

con logros mejores o peores

según soplen los vientos y respiren las cuerdas.

Detrás vendría el vibrar de los metales,

junto con la percusión de los tambores,

como preludio del final buscado

la apoteosis de todos los bemoles!

Y acaso existe la nota más postrera,

la que cierra el ciclo de la vida?

Quizás  se refugia, esperanzada,

en un atril: donde sonar indefinida!

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