Las Divinidades del Olimpo
desfilando,
con el propio Zeus, en cabeza,
entre grave y sereno.
Marte, Saturno y el reyNeptuno
a paso lento.
Diana, Afrodita y Phallas Athena
en sus mejores galas.
Venus esquiva, Eros como ausente.
Ilusorio cortejo de grandeza,
precediendo el entierro de una pena.
Una pena irredenta,
tan infausta,
como el ocaso de un día moribundo
yerto en los brazos de una mar exhausta.
Mártirilógio de lejana estirpe,
naufragio eterno.
Buceo inútil por la fé perdida,
orgía Baquiana de lágrimas postreras,
griega Tragedia.
Esa es mi cuita,
atribulada y cruel,
zarpazo súbito, propio de la fiera
que deja sus garras en la piel sangrante
como roja lanzada.
Envite colosal, reciente cataclismo,
tiró sus dados la suerte traicionera
y supo arrebatarme en su arrebato.
Donde escapar al Tsunami inevitable?
A quien confiar tristeza semejante?
Asisto obnubilado a este lúdico sepelio:
ovillado en el cuenco de tus ojos glaucos.