Baco derrama el vino, omnipresente,
en las orgias que el Olimpo acoge.
Corren torrentes de alcohol,
saltando entre literas
donde yacen los Dioses rodeados
por mancebos, meretrices y vestales.
Los músicos resoplan, asfixiados,
mientras las melodías, sensuales,
se estremecen.
Todos exudan borrachera,
entorpecidos los cuerpos:
antes, ávidos a juntarse.
Enredados están en los etanos
que han vaciado todos los ardores
dejando solamente
la voz pastosa y cópulas frustradas.
El coma etílico, regocijado, abre sus brazos
pero los Dioses no mueren, Y como tales volverán otra vez sus libaciones!