Saltar al contenido

Me arrastrare hasta el monte

conspicuo de tus senos

para inhalar ese aire

que me insufla de vida.

Buscando denodado

en tu piel saturada

tu calor incendiario

la pasión desmedida.

Esa total certeza

peligrosa y litúrgica,

 que no había momento

que evadirme pudiera.

Cuanto más me alejaba

tanto más te quería,

eras mi paranoia

 allá donde estuviera.

Ansiaba reencontrarte

en cada vericueto

que quebraba mi senda

de pasos inconscientes .

Providencial y cierta

debías rescatarme

del forzado abandono

de  tus noches ausentes.

Hoy vuelvo a poseerte

cual elixir divino,

a vibrar seducido

por cada movimiento.

Hoy se encienden las luces,

se abren las ventanas,

comienzo embelesado

a vivir tu tormento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *