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Árbol de las Ausencias (A mis hijos)

Árbol de las ausencias

luces todo contrito,

cuando eras muy frondoso

y hasta un tanto altanero.

Mecías los “adioses”

en tu copa redonda,

sin importante nada

que no fuera tu fuero.

Tu fuero de marcharte

cuando y con quién quisieras,

sin que hubieran obstáculos

capaces de impedirlo.

Tu tronco poderoso

sujetaba el espejo

que trazaba el trayecto

que debían seguirlo.

Jugabas con las fechas,

los viajes, los nombres,

de todos los destinos

que la suerte alineaba.

Jalonando el camino

de mis largos andares,

con notas jubilosas

que el viento proclamaba.

Viste como partía

una y ciento de veces,

jugando la ruleta

de volver a ausentarme.

Seguro de la ruta,

sabiendo el desenlace,

porque en tu savia hallaba

el don de orientarme.

 

Porque tus ramas fuertes

siempre supieron darme

todas las direcciones:

la Rosa de los Vientos.

Aleteando sus vértices

para lograr que escoja

el recodo más bello:

la senda de los cuentos.

Un verdor continuado

un murmullo de hojas,

augurando los brotes

de flores tempraneras.

Disipando la bruma

el trino prolongado,

de pájaros audaces

que vuelan sin fronteras.

Mas ahora esas flores

nos muestran su corola

sin pétalos, desnuda,

caduca y agostada.

Se acaban las ausencias,

se esconden los pañuelos,

ya no hay mas despedidas

ni lagrimas, ni nada.

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