Vienes a muchas horas
a visitarnos, grácil,
con tu aleteo airoso.
Raya el alba primera
cuando despiertas
y te descuelgas, fácil,
sobre el espejo claro
de una mar tranquila,
aun medio dormida,
sin rescatar, siquiera,
la más leve brisa.
Traes del sol los rayos
entre las plumas,
como pasando paginas
de tus escritos.
Icono literario
no languideces
ni ante el embate, rudo,
de un nuevo siglo.
Seguirás, galante, tus acrobacias,
siempre cruzando cielos
que son tan sabios
pues delimitan, raudos,
todos los mares!