Traedme aquella luz mediterránea
para darles resplandor a estos versos,
dejadme esos rasgueos de guitarras
que los ponen en clave Andalusí.
Ya llegan los bajeles califales
portando su ciencia y su cultura
y el galope de corceles Bereberes
repicando cada silaba, para mí.
Anuncian la esbeltez de La Giralda
horadando los cielos del Profeta,
al par el foso de la Torre de Oro
teje nenúfares donde el sol restalla.
Dadme el color de los patios cordobeses
y el perfume exquisito de sus flores,
las filigranas de los frisos de La Alhambra
mientras recrea el ocaso en su muralla.
Que el canto tenga trazos arabescos
como los besos insinuantes del serrallo,
donde odaliscas en talamos nupciales
ofrendan sus secretos y sus vidas.
Que el poema se contagie, enamorado
de todo el esplendor de aquellos reinos,
que dejaron las tierras andaluzas
de sentimiento y hondura enriquecidas.