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De Azul Purísima y Oro.

Los cielos se han vestido
“de azul purísima y oro”
como eligen los toreros
en tardes que sueñan gloria.

La mar pone un contrapunto
“de verde olivo y plata”
y sus resplandores llegan
enhebrados a la playa.

Arenas finas, La Rada,
talladas por el oleaje,
vestidas “de blanco y plata”
con espumas del Levante.

El Estrecho, tan cercano,
luce “de gris perla y oro”
testigo de sus corrientes
y el tránsito de tesoros.

La Sierra Bermeja viene
“de rosa pálido y oro”
haciendo honor a su nombre,
su abolengo y el decoro.

Para mi son los colores
“de catafalco y de negro”
con dos píes en el estribo
y susurros de silencio.

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