Trae el iris de tus ojos
para irradiar a los míos,
desgastados por el Tiempo
de trajín con mil papeles
y de releer los Clásicos.
Mi verso, pecio maltrecho,
yace en el fondo marino:
sin luz, sin aire, sin nada
que pudiera rescatarlo.
De pronto: relámpagos vivos
de tus pupilas brillantes :
lo emergen a superficies
de oleajes mediterráneos,
cuyas mareas prolongan
resplandores milenarios!