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Poema para la siesta de un fauno.

Tomar prestado un título 
no es engaño,
del “Preludio “del compositor Claude Debussy,
si la música ha precedido
a las palabras
y en ocasiones la secuencia
es la contraria:
son palabras las que generan
melodías.
El Sol revienta tras el mediodía 
y la siesta se apodera del entorno,
buscan las flores la sombra
protectora
y el arroyo ensaya, reiniciar
su pasantía.
Menguan los fogonazos deslumbrantes
y hasta el espeso ramaje respira ,aliviado.
Es hora de retomar aire menos cálido
para sobrellevar el resto de la tarde.
Dormita el fauno: Semi-Dios
de campos y selvas
barruntando nuevas veleidades,
rigiendo el destino de los seres
que moran su extensa geometría.
Sabe que de su voluntad
todo depende
y debe de cerrar los ojos
con cautela.
No sea que otro fauno apareciera:
no puede pasar del duerme-vela
porque su propia existencia
dependiera.
Procrea visiones y desprecia pesadillas,
que la siesta no auspicie otra cosa:
la armonía de la música lo ha dicho
con las mejores notas concebidas:
en el “Preludio “de excelsa fantasía.
Descansa, ahora, fauno
que los ejes del Planeta girarán
y las sombras llegarán,
inevitables.

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