La mano, antes firme,
ahora, temblorosa,
se afana, sin sonrojo,
a trazar, vacilante,
unas letras amantes
que engendren palabras
como siempre lo hiciera.
Los recuerdos afloran,
igual que los poemas
intacto su lirismo.
Más los ojos, ya náufragos,
no pueden retratarlos
con el brillo de antaño.
Hay huellas de distancia
en retales de bruma,
puede leerse, apenas,
en no se sabe donde:
Añoranza, Nostalgia.