Cómo interpretar aquel tránsito,
alucinante,
Por los vericuetos de la noche
larga,
que nos lleva de un escenario
a otro
sin solución de continuidad.
Quien nos acompaña itinerante?
Figurante permanente a cada paso
que, a veces, parecía sonreírnos
y en otras enjugaba alguna lágrima.
Esa ciudad, cuál era?
Dónde?
Adoquinados lustrosos de cuestas y bajadas
como pasadizos de un barrio gótico:
por los que desfilaba la Historia,
sin premura.
Precisábamos seguir hacia adelante,
pues habían objetivos. Cuáles? Para qué?
Nuestras sombras no respondían nada.
Solo apretaban el paso:
bajo la luz de unas farolas,
distanciadas
y entre medias
la penumbra misteriosa.
Pasábamos frente a ventanales
que reflejaban luces, interiores,
de cristal de Bohemia trabajado:
en arañas de techos suspendidas.
Quería entrar para ver el mobiliario
dentro.
Pero no entrábamos, porque
había que avanzar.
Hasta cuándo?
La noche no acababa de acabarse
y este delirio mental se perpetuaba!