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Al pie de los Caballos

Al pie de los caballos

queda ahora la vida,

tras tres cuartos de siglo

de existencia terrena.

Cortinajes rasgados

preconizan estragos,

que son repetidos

por espejos ya rotos.

Papeles amarillos

sobre muebles decrépitos,

son signos desvaídos

de pasada hidalguía.

La penumbra reinante

oculta la tristeza,

que yace, encastillada,

tras las sombras difusas.

Donde está la tersura

que obró el alfarero

en su torno dorado

referentes de un día?

Cuando todo era magia,

poder y donosura.

Donde está la figura

del príncipe cautivo?

Cautivo de la bella

que entregó sus encantos,

ante la mano ardiente

del doncel elegido?

Pero todo se esfuma!

Los besos, hoy, distantes,

las caricias lejanas

penden entre la espuma

de un torrente imparable…

Y las aguas tranquilas?

Y los puentes sobre ellas?

Que atravesamos, prestos,

al llamado del alba?

Donde han ido las aguas?

Donde yacen los puentes?

No convergen las noches

sobre trazos de estrellas?

Cómplices de mis pasos

recorriendo la senda,

tras esa luminaria

que llevaba a su lecho.

Pero nada ha quedado

de esta Torre Vigía,

tras el tronar del Tiempo:

que reventó sus muros

y escaló sus almenas.

Desde allí se descuelgan

los restos de mi pena,

cuál hiladas antiguas

que buscan a Penélope.

Y si Itaca estuviera?

Y la nave llegara?

Volvería a ser joven

con la suerte de antaño?

Es un puro espejismo.

Un deseo imposible.

La vida está rendida

al pie de los caballos!

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