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No volverán las tardes de verano

No volverán las tardes de verano,

ni el trino grato de la primavera,

no volverán las hojas del otoño,

ni en el invierno a crepitar la hoguera.

 

Paso la vida rauda, fugaz, como azorada

de no haber hallado la tregua apetecida

que el Tiempo hubiera dádole un instante

para poder restañar la herida.

 

Y así enfilamos el desfiladero cierto

de la muerte insondable, irreductible,

que nos deja sin fé ni esperanza

en una resurección irrepetible.

Estepona, Dic./98.

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